Entre tus brazos


En un almuerzo en casa de mis padres, durante esta cuarentena, mencioné que Dios quiere que volvamos a él.

El resultado no fue positivo y mi padre soltó una carcajada; continué lavando los platos.

Vi una prédica espectacular de Dante Gebel el martes y lo que sentí en mi corazón fue hablar con mi mamá, ella no le habla a mi abuelita y tengo la convicción que si tomas decisiones basadas en el odio y sin un propósito lleno de amor entonces nada va a salir como tú esperas.

Así que fui a la mañana siguiente a decirle que tengo un mensaje de parte de Dios para ella.  En un momento entró en mi cuarto muy intrigada para que le contará de que se trataba el mensaje.

-  Sólo escucha lo que voy a decirte y no me respondas nada.

Pero terminadas estas palabras, aún no escuchaba el mensaje y ya quería responder, porqué no iba a poder hacerlo si ella también quiere hablar.

Desde ese momento supe que no había un corazón dispuesto a escuchar y de igual manera se lo dije.

-  Vuelve a hablar con tu mamita.

Y escuché todo tipo de justificación y al final no lo haría, no hablaría y la conversación ya me comenzó a dar ansiedad, era por eso que no quería recibir ninguna respuesta.  Como un mensaje anónimo al que no puedes responder por más que quieras.

No conforme con justificarse para no volver a hablarle me dijo que mi abuelita siempre habló mal de mí y que si yo supiera todo lo que había dicho no le quisiera.

A esto sólo pude levantarme y salir del cuarto.  Cuando los mensajes traen odio y cizaña y peor entre familia, creo que yo no encajó bien ahí.

Segundo intento fallido en esta cuarentena.  Pero decidí mejor dedicarme a alimentar mi espíritu y fortalecer mi corazón.

En otra ocasión salí de mi cuarto para pedir unas hojas para poder plasmar en ellas cosas importantes para mi desarrollo personal y espiritual pero me fueron negadas.

-  No puedo darte las hojas porque la prioridad es el Tommy (mi hijo).

Al final me las arreglé y al siguiente día intenté pedir que me ayudaran buscando las pesas (que están en la bodega), porque ya había retomado el ejercicio y, la respuesta fue negativa también.

Ese día mi padre se refirió a mí con las palabras más horribles que no las voy a escribir para no ser grosera y desconsiderada con ustedes.

Lloré muchísimo pero descubrí que el corazón jamás se cansa de irradiar lo que tiene dentro; así que salí al patio me llene de la luz del sol y respiré profundamente.

Hay gente terrible que no cambia ni en crisis, que ve todo roto y su única forma de vivir es seguir rompiendo, lo hacen porque no tienen paz en la mente, porque no hay amor en el alma, porque tienen agitado el espíritu y rota la empatía.

Esto lo escribió Daniel Habif y encontré aquí la respuesta de Dios que tanto estaba esperando para comprender al virus de maldad y violencia que ha invadido a mi familia.

Así como lo que vendrá después de esta pandemia va a darle significado a lo que estamos atravesando ahora.

Dios está preparando un hogar para mí, para ti y para todos los que a él nos aferramos con estos corazones que laten por la gracia de su amor.

Dios ha puesto en mi mente los recuerdos de sus promesas y le creo con todo el corazón, Dios tiene grandes planes para mi vida.

Estamos a una mirada de distancia, sólo levanta tus ojos al cielo.

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