De tín marín...



La vida cambia minuto a minuto; a veces no nos damos cuenta; otras veces estamos en automático y parece que no sintiéramos nada y; en otras ocaciones, todo sucede tan rápido que no tenemos ni tiempo de asimilar el cambio hasta que estamos viviendo y experimentando algo nuevo.

Hoy es mi segundo día experimentando este cambio y, siento un poco de tristeza pero, en mayor grado siento que este cambio es un reto, es algo bueno que va a modificar mi vida para bien.

Siento que voy camino a la estabilidad y madurez que tanto he estado buscando.


La verdad es que este era el cambio que menos me imaginé que tendría mi vida. Pensé en un millón de cosas que podrían pasarme, hice planes, castillos en el aire, me enojé, lloré, me desesperé; en fin, todo en vano, ahora la realidad es otra. No es mala pero es completamente inesperada.

Por eso creo que ya entendí que no hay que planear mucho en la vida, en realidad Dios se encarga de planearlo todo y no hay mucho que uno pueda hacer en este proceso.

O sí hay una cosa, llevar la vida y sus circunstancias de la mejor manera posible para no equivocarse -o al menos no tanto- y, no estropear así la estabilidad que podemos llegar a tener en el futuro.

Así que se supone que hay que sacrificar grandes sueños que uno pueda tener, esperando que si es lo correcto hacerlo, Dios nos mostrará la recompensa después. Pero la realidad es que hay veces que uno desea sacrificar lo que sea con tal de vivir algo en el presente.

¿Cómo saber qué es lo que vamos a sacrificar si no sabemos que vendrá después?.

Dejando un poco de lado esta nueva etapa de mi vida. Me siento un poco confundida por un temita que está en mi cabeza y, se trata de un cambio -pero temporal-, es de esos que implican sacrificio y riesgo. ¡Que miedo!

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